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“Vialito and no more”. Por Rony Núñez Mesquida

                                                      

                                                          A Emilio Hernández Roa

 

I.- Arturo Fernández Vial: Un personaje histórico de carne y hueso.

Jorge Baradit en su libro “Héroes” (Penguin Random, año 2019) contribuye a enriquecer el personaje de Arturo Fernández Vial, más allá del grumete que sobrevivió al naufragio de la Esmeralda en el Combate Naval de Iquique en 1879. Como lúcidamente relata Baradit a este respecto: “El oficial Arturo Fernández Vial, de veintiún años y los ojos como platos, entrevió en el humo ennegrecido de la pólvora a su capitán (Prat) que corría solo por la cubierta de un barco que se alejaba”.[1] No obstante, Fernández Vial fue mucho más que un joven sobreviviente de una de las tragedias glorificadas de nuestra historia oficial. Luego de participar en la guerra civil de 1891, unos pocos años más tarde recae en 1903 en Valparaíso con el cargo de Director del Territorio Marítimo. Declarado abiertamente libertario y proclive a apoyar las causas de los trabajadores de la época. Es así como un 15 de abril de 1903, cuando un comité de trabajadores organizados demandaron mejoras salariales y de condiciones laborales a su empleador la Compañía Inglesa de Vapores “Pacific Steam Navigation Company” que por supuesto que negó el petitorio completo, los trabajadores no dudaron en pedir la intervención de Arturo Fernández Vial. Dada una nueva negativa de la empresa inglesa, esta vez, al mismo Fernández Vial, tal como lo señala Baradit en su libro, entrevistado el Director del Territorio Marítimo por el Mercurio, éste declara: “Las demandas obreras eran justificadas en vista de las presentes necesidades de la clase obrera, la cual tiene hoy mayores exigencias que antes. Actualmente todo cuesta más caro, la ropa, los víveres, la casa”[2]. De más está decir que, ante un nueva conmemoración del 1 de mayo, esta cita de Fernández Vial no sólo no ha envejecido, sino que, en el contexto de la actual discusión sobre el aumento del ingreso mínimo por parte de la CUT, su sentencia es casi un axioma ético.

Volviendo al relato histórico, ya para el 20 de abril eran más de 4.000 las y los trabajadores movilizados en huelga, plegándose a esta movilización estibadores, lancheros, operarios de pontones trabajadores del muelle fiscal, entre otros. El resultado era totalmente previsible: dada la presión de los empresarios portuarios y de la elite política de la época, el Almirante Jorge Montt destituye de su cargo al contralmirante Arturo Fernández Vial. Como muy bien lo reseña Jorge Baradit: “Un sobreviviente de la Esmeralda era echado a la calle, sin más[3]”

El epílogo es contradictorio, por una parte la huelga obrera de Valparaíso de 1903 costó miles de vidas a manos del ejército azuzado por la asustada aristocracia porteña, pero al final paradójicamente tuvo un final positivo pero, a la vez, con un sabor amargo: “La huelga marítima terminó exitosamente para los trabajadores. El comité de arbitraje (nombrado como órgano ad-hoc) determinó que los salarios fueron incrementados para todos los trabajadores entre 10 y 20 por ciento, el pago de horas extraordinarias fue concebido a algunos y se estableció una jornada laboral menor para los estibadores)”[4].

Entremedio del humo que aún no se disipa, producto de los disparos y balas de cañón del ejército, que se abalanzó sin contemplaciones contra los desprotegidos huelguistas en la Plaza Echaurren (cuando despuntaba el alba del 13 de mayo de 1903), en la ciudad puerto de Valparaíso, la figura de Arturo Fernández Vial se impone y aún es recordada hasta el día de hoy como un héroe de guerra que, ante la adversidad, no titubeó en ponerse del lado de los más desprotegidos, razón por la cual no es de extrañar que fueran los mismos huelguistas quienes designaran al contralmirante como su representante en las mesas de negociación con el empresa y con la intendencia, hasta la resolución de un conflicto que, como ya se mencionó, costó cientos de vidas de trabajadores y trabajadores inocentes. Chile: insiste una y otra vez en no aprender de su propia historia

 

 

II.- El Ferroviario: Club Deportivo Arturo Fernández Vial

Tal como lo dice la hemeroteca, el Club Deportivo Arturo Fernández Vial, fue fundado el 7 de diciembre de 1897, primero como Internacional F.C por parte de los trabajadores de la maestranza de Ferrocarriles del Estado de Concepción y refundado el 15 de junio de 1903, en reconocimiento al valor de Arturo Fernández Vial en la huelga de trabajadores de Valparaíso en 1903 como ya se ha citado.

“La centenaria institución se identifica desde sus inicios con el gremio de los trabajadores ferroviarios y la clase obrera en general, y es uno de los equipos más tradicionales de la región y del sur de Chile”. En efecto el “Vialito” como también se le conoce al club, fue desde su comienzo y hasta la actualidad un equipo de futbol identificado con las clases obreras y populares en general y ferroviarias en particular, donde el influjo y la historia personal y los valores del personaje histórico Arturo Fernández Vial, cuyo nombre adopta el club, son muestra palmaria de aquello.

Como reseña Jorge Baradit en su crónica vinculando la huelga de Valparaíso y la figura de Arturo Fernández Vial: “Por esos mismos días, en Valparaíso se celebraban las Olimpíadas deportivas de la ciudad, por lo que muchas delegaciones habían sido testigos del horror, al tiempo que mostraron la altura ética de algunos de sus protagonistas. Una delegación en particular, la del Club Deportivo Ferroviario Internacional de Concepción, quedó tan impactada por el compromiso, valentía y coraje del antiguo héroe de Iquique en la defensa de los trabajadores que, en un gesto de admiración y respeto, decidió rebautizarse ahí, en el propio Valparaíso, a solo tres días de culminados los eventos de sangre, como Club Deportivo Almirante Arturo Fernández Vial, nombre que hasta hoy viste con orgullo”[5]

 El primer directorio del club, con su nombre actual, estuvo compuesto por Arturo Millard, como presidente; Enrique Koppnan, vicepresidente; Arturo Colvin, en el cargo de secretario; Luis Meylan, de tesorero; y los directores Víctor Arriagada, Luis Bravo, Samuel Mackay, Luis Acosta, Orlando Odgers, Walter Bateman y Enrique Gilibrand.

Tal como se destaca en la prensa de la época: “El club destacó desde un inicio por su alto grado organizativo. Contaba con cancha propia a orillas del río Biobío en el sector llamado Chepe. Sus estatutos aceptaban socios de todas las nacionalidades, pero chilenos de preferencia. La cuota de inscripción era de dos pesos y una mensualidad de un peso. En sus inicios, el Internacional fue un gran difusor del fútbol entre los años 1897 y 1903, promoviendo este deporte principalmente en los pueblos cercanos a Concepción”[6].

III.- Concepción: Mi último refugio.

Arribé a una Concepción aún somnolienta en bus desde Puerto Montt. Al arduo trabajo en el puerto austral, se habría, esta vez, a un breve remanso: reencontrarme con dos mujeres imprescindibles en mi vida, ambas de nombre Marcela. La primera, amiga entrañable de tantas luchas y sueños, y la segunda mi hermana mayor; reciente hallazgo que la vida, cual segunda oportunidad, me regaló a mis 45 años de edad. El segundo motivo de regocijo, una nueva versión del clásico penquista entre Arturo Fernández Vial y Deportes Concepción a jugarse en el Estadio Municipal Ester Roa Rebolledo.

Lo primero que impresiona es la enorme cantidad de público que acude al clásico. 15.000 entrada vendidas, entre los que me sumé entusiasmado acompañando a mi amiga Marcela y su hijo Emilio, fanático hincha del Ferroviario. El partido es sin duda alguna una de las mayores rivalidades del futbol chileno. Como muy bien lo reseña Paulo Inostroza: “Recién jugaron entre ellos en 1982 y fue empate a cero, pero con muchos expulsados (5 en total y uno de ellos fue Nelson Acosta). Llegaron 18.125 personas a Collao y ahí comenzó todo. Fueron años de espera porque Vial no pudo postular al profesionalismo. En la ciudad ya había un equipo y la ACF no permitía un segundo. Siempre se culpó al vecino por esta puerta cerrada y la “Maquinita” tuvo que dar la vuelta larga”[7].

La gran convocatoria y la efervescencia recuerdan clásicos de antaño, donde las familias acudían a las canchas de la mano de sus padres. Nos colocamos en la tribuna visitante, donde la hinchada “Del Vial” repletó su gradería. En ese momento vino a mi mente aquella famosa cita de Roberto Fontanarrosa, a propósito de mis pocas aptitudes para jugar al futbol: “Tengo dos problemas para jugar al fútbol. Uno es la pierna izquierda. El otro es la pierna derecha”. Con un café comprado en el mismo estadio en la mano, esperamos el inicio del partido a medio día de un domingo brumoso. En ese instante, recuerdo escuchar una lectura del gran “Negro Fontanarrosa” en su natal Rosario, en el bar “El Cairo”. Donde su humor y calidad literaria nos hacía transportarnos a canchas míticas y utopías colectivas.

Hincha furibundo del Club Rosario Central, Fontanarrosa nos interpela desde la emoción del hincha: “(...) Hace algún tiempo escribí, en una pieza literaria sinceramente inmortal: “Rosario Central no tiene historia. Tiene mitología”. Y esto es así porque sus orígenes, sus avatares y sus formidables campañas están siempre fluctuando entre la realidad y la fantasía, lo palpable y la ficción, lo comprensible y lo inexplicable. ¿Cómo no ser hincha, entonces, de un equipo así?”.

Mis devaneos son interrumpidos por el pitazo del árbitro. El clásico no dejó indiferente a nadie. Un vibrante partido donde Deportes Concepción por desgracia se impone 3 goles a 2 al Ferroviario, el cual estuvo incluso cerca de empatar con un hombre menos. La camiseta sin duda se mojó al extremo y la fiel hinchada del Vial no dejó de cantar los 90 minutos de juego.

Parafraseando al gran Fontanarrosa: El Vial no tiene Historia. Tiene Mitología.

Cuando lo comprendes es simple: Vialito and no more…

Por Rony Núñez Mesquida, Escritor y Columnista Le Monde Diplomatique Chile

 


[1] Baradit Jorge, “Héroes” página 106

[2] Idem. Op.cit página 112

[3] Idem. Op.cit, página 113

[4] Idem. Op.cit, página 117

[5] Idem. Op.cit, página 117

[6] Ver La "Revista Aurinegra", publicada en 1948

[7] Ver “Historia de clásicos: más de 50 veces en que Vial y el “León” se mostraron los dientes”, Paulo Inostroza, Diario Concepción,, 21 de julio de 2020

 

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