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En Francia, la literatura del “gran remplazo”

La desaparición del hombre blanco

El 10 de abril, los diputados europeos adoptaron el Pacto sobre Migración y Asilo, que endurece aún más los controles en las fronteras de la Unión Europea. En este mundo atrincherado, donde Occidente teme por la afluencia de extranjeros foráneos o refugiados climáticos, la literatura tuvo un papel significativo en el surgimiento del mito racista.

Simple, eficaz. Pero, ¿de dónde proviene esta fórmula elevada en apenas unos años a la categoría de mito moderno para uso de los nacionalistas de todos los países? La pregunta inspira dos respuestas que, a su vez, cuentan dos historias de lo que sería el “gran reemplazo”. Documentar la primera, puramente fáctica, requiere solo una breve investigación en Internet y en algunas lecturas poco recomendables. El autor de la expresión se llama Renaud Camus, un escritor vanguardista que disfrutó de un gran éxito entre los años 1970 y 1980, hasta que un escándalo – vinculado a su antisemitismo– empañó su reputación en 2000 y puso de relieve su giro hacia la derecha –que en realidad se había producido hacía tiempo atrás (1)–. La polémica no impidió que el autor reuniera a su alrededor una pequeña comunidad de aficionados. En 2002, fundó el Parti de l’In nocence [Partido de la In-nocencia] que multiplicó los comunicados de prensa sobre el tema de las supuestas nocences [“nocencias”, por molestias], y se centró en particular en la inmigración y en el “cambio poblacional”.

El mito racista

La matriz ideológica del mito ya existía cuando, en abril de 2009, Camus llamó a su comunidad en el foro en línea del partido a deplorar “la falta de palabras, de buenas palabras” de los anti-antirracistas. “Sería infinitamente apropiado disponer de un término más polémicamente eficaz. ¿Alguna sugerencia?” (2). Conocemos el resultado de esta “reflexión”: la elaboración de la expresión “gran reemplazo” que entrelaza una dimensión lúdica y literaria –la creación colectiva de neologismos racistas– y una lógica más política –a través de una estrategia de eficiencia discursiva, la búsqueda de la fórmula más simple semánticamente–.

Renaud Camus no es el primero en profetizar la desaparición del Occidente blanco bajo una ola extranjera. Ensayos como Eurabia. L’axe euro-arabe [(Eurabia. El eje euro- árabe] de Bat Ye’or (éditions Jean-Cyrille Godefroy, París, 2006) o Une révolution sous nos yeux. Comment l’islam va transformer la France et l’Europe [Une revolución ante nuestros ojos. Cómo el islam transformará Francia y Europa] de Christopher Caldwell (éditions du Toucan, París, 2012) ejercieron una influencia indiscutible (3). En Francia, en general, la literatura tuvo un papel significativo en el surgimiento del mito racista. Como nos permite establecer otra genealogía del “gran reemplazo”.

Así, a finales del siglo XIX asistimos a la difusión del “peligro amarillo”. Este mito invirtió la relación entre Europa y China (y a veces entre Europa y África), contribuyó a fomentar la colonización (4) e inspiró toda una serie de novelas populares. Entre estas, La Chine et l’Europe en l’an 2000 [China y Europa en el año 2000], novela en fascículos de Henri de Noussane publicada en 1900, o L’Invasion jaune [La invasión amarilla] de Émile Driant, bajo el seudónimo de Danrit, que tuvo un éxito inmenso en 1904 después de L’Invasion noire [La invasión negra] en 1894, así como ciertos pasajes de Pierre Loti o Jean Lorrain cuya estética decadente invierte el peligro amarillo: en Les Noronsoff [La maldición de los Noronsoff, 1902], su héroe agonizante llama a “los asiáticos y a su futura invasión” o reclama a “los hunos de Atila y los tártaros de Genghis Khan, todas las hordas de las razas amarillas para que maten, saqueen, roben y masacren a los habitantes de Niza”. Al otro lado del Canal de la Mancha, el mismo mito inspiró la figura del diabólico Dr. (...)

Artículo completo: 1 970 palabras.

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Vincent Berthelier

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