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¿Cómo estimular la actividad física de la población?

Los Juegos Olímpicos en la era de la pereza

Como espectáculo total, los Juegos Olímpicos ocupan un lugar particular en el imaginario colectivo que se forja a partir de un abordaje mediático consensuado. Sin embargo, la fuga hacia la exageración apenas esconde la lista de compromisos no cumplidos: el dinero pulverizó el amateurismo en todas las disciplinas; las sanciones discrecionales –contra Rusia, pero no contra Israel– reemplazaron a la antigua tregua; el Comité Olímpico Internacional (COI), órgano supraestatal, se revela de lo más opaco; beneficios económicos efímeros justifican enormes gastos públicos; las restricciones impuestas en nombre de la seguridad aplastan las libertades; las vociferaciones chauvinistas de los comentaristas aniquilan cualquier espíritu de fraternidad entre los pueblos...

Pero, ¿qué pensar desde el punto de vista del deporte mismo? ¿No podrían estos Juegos Olímpicos poner en marcha un círculo virtuoso en favor de la actividad física? Nadie duda de que representan un momento al margen, único, para los atletas que se clasifican. Su abnegación para llegar al nivel más alto inspira respeto. Su alegría en cada victoria es verdaderamente auténtica pues cada medalla ganada les abrirá las puertas de una renta. Pero, ¿sirven estos Juegos como ejemplo, cuando la exacerbación de la rivalidad empuja a todo tipo de excesos? ¿Pueden los grandes acontecimientos deportivos internacionales (GESI, por sus siglas en francés) generar un entusiasmo deportivo y repercusiones positivas para el bien público?

“Los Juegos insuflarán un impulso inédito a las prácticas deportivas de nuestros conciudadanos”, declaró la ministra de Deportes, Amélie Oudéa-Castéra, en un suplemento de Le Parisien el 18 de enero de 2024. Así, la ministra de Deportes sostenía la tesis del “efecto demostración” o “goteo” de los GESI mientras lanzaba la promoción de la actividad física y el deporte como la “gran causa nacional” de 2024. Muchas estrellas francesas (el ex futbolista Thierry Henry, la atleta Marie-José Pérec, la tenista Amélie Mauresmo, el ex futbolista Didier Deschamps) apoyan esta campaña de comunicación que incita a “moverse” al menos treinta minutos al día. “Con la organización de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos –declaró Oudéa-Castéra– tenemos la oportunidad única de convertir a Francia en la nación deportiva que tanto deseamos. Este encuentro será también una ocasión sin igual para colocar al deporte y sus beneficios en el centro de nuestra sociedad”.

Efecto no inmediato

El sedentarismo está llevando a la humanidad a un giro antropológico que todavía se subestima. La obesidad afecta ya a más de mil millones de personas en todo el mundo: el 42% de los hombres en Estados Unidos, por ejemplo, casi el 50% en Perú o el 40% en Rumania, y más del 80% de las mujeres en algunas islas del Pacífico (1). El riesgo inherente a la inactividad física se está convirtiendo en un imperativo prioritario dentro de la salud pública. Pero la investigación internacional que establece esta constatación concluye que “la mayoría de los esfuerzos para prevenir la obesidad se concentraron en el comportamiento individual o en modificaciones aisladas del entorno edificado o alimentario. Estos esfuerzos tuvieron poco impacto en la prevalencia de la obesidad, en parte porque los alimentos sanos y la práctica del deporte y otros estilos de vida activos no son accesibles o abordables para las personas de ingresos bajos y poco autónomas” (2).

Los beneficios del ejercicio físico para la salud no necesitan ser demostrados. Todos los órganos, incluido el cerebro, se benefician de él y a todas las edades. Es un medio esencial para evitar la mayor parte de las enfermedades, pero también para contribuir a curarlas. “Promover la práctica de actividades físicas se presenta, entonces, como un desafío nodal para prevenir tanto el aumento de la incidencia de patologías crónicas como sus consecuencias”, observa, por ejemplo, un grupo de expertos, que recomienda prescribirla “en todas las etapas de una patología” (3). Sin embargo, en Francia, el 47% de las mujeres y el 29% de los hombres son físicamente inactivos, y el 73% de los jóvenes de 11 a 17 años no alcanzan lo recomendado en la materia (4). El país anfitrión de los Juegos Olímpicos ocupa el puesto 119 en un rango de 140 países clasificados según la actividad física de los adolescentes (5).

Es una ilusión pensar que quince días de entretenimiento bien condimentados con suspenso pueden ejercer una influencia en los comportamientos individuales. Se hicieron numerosos trabajos sobre la “herencia” de los Juegos Olímpicos y (...)

Artículo completo: 2 295 palabras.

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Philippe Descamps

Periodista.

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